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Por Angela Bernardo | 23 de marzo de 2015 a las 08:30
¿Podremos
iluminar nuestras calles con bacterias y algas? Una invención de la Universidad
de Sevilla ha logrado crear farolas bioluminiscentes.
En
2011, una espectacular imagen nocturna de la Península Ibérica desde la Estación Espacial Internacional copó decenas de titulares. La
fotografía mostraba no sólo la belleza del planeta, sino también la gran
contaminación lumínica de grandes urbes como Madrid, Lisboa, Barcelona, Sevilla
o Valencia.
La
contaminación lumínica es un término que agrupa al conjunto de efectos adversos
producidos por la luz artificial. Los excesos de iluminación o el uso de
iluminarias inadecuadas, según el Instituto
de Astrofísica de Canarias,
están detrás del fenómeno que produce un enorme gasto energético, la
perturbación de hábitats naturales o la emisión de gases contaminantes. Estos
efectos, sin embargo, podrían reducirse en el futuro con el desarrollo de farolas bioluminiscentes.
Un investigador de la Universidad de Sevilla ha
patentado un procedimiento para
utilizar bacterias o algas como dispositivos para iluminar nuestras calles.
Aunque la
bioluminiscencia es
un fenómeno muy conocido, por el cual microbios como Vibrio
fischeri brillan con
luz propia, el ingenio de este científico ha permitido crear una tecnología que
pueda ser utilizada a escala industrial.
La invención consiste en desarrollar un
dispositivo que emplee poblaciones de microorganismos, sean bacterias o algas
unicelulares, que emitan luz por sí mismos. Esta actividad ocurre porque estos
seres vivos son capaces de transformar la energía química en energía
luminosa mediante
complejos mecanismos moleculares. De esta manera podríamos disponer de farolas
bioluminiscentes sin consumir energía eléctrica ni emitir
residuos.
Como reconoce el científico a la Agencia SINC,
“estos microorganismos no tienen la potencia que puede tener una farola, pero
introducidas en un medio de cultivo adecuado son perfectas como iluminación de
emergencia o en espacios naturales”. Su idea de farolas bioluminiscentes ha
sido desarrollada gracias a una colaboración de la Universidad de Sevilla con
la Universidad de Columbia (Nueva York), dando lugar a dos patentes para
cultivar y fabricar el dispositivo bacteriano con Vibrio fischeri y con un tipo de alga unicelular, Pyrocystis fusiformis.
La
ingeniosa estrategia planteada por este científico abre las puertas a un futuro
donde la contaminación lumínica no sea protagonista en nuestros cielos. El uso
de farolas bioluminiscentes no nos brindará imágenes tan bellas de la Península
Ibérica, pero ayudará a mejorar
la sostenibilidad del planeta.
Imágenes
| iGEM, NASA, Agencia SINC/Eduardo Mayoral
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