Fuente: https://www.interempresas.net/Iluminacion/Articulos/603914-La-iluminacion-escultorica-de-Origen-de-Mar-Solis.html
La iluminación, en el contexto de un proceso expositivo, es el puente que soporta la comunicación entre la obra que se exhibe y la persona que la observa. El diseño y la construcción de ese puente determinará la calidad de la experiencia visual: servirá simplemente para ver, atraerá la mirada o creará una atmósfera que no sólo ayude a entender la obra, sino que además conmueva los sentidos.
La relación entre la luz y la obra depende esencialmente de la morfología en el caso de las instalaciones y obras tridimensionales. Es obvio que hay que emplear técnicas similares para la iluminación directa de la pintura clásica o la actual centrando la creación del ambiente en la relación de la luz con la arquitectura y el diseño museográfico que la acogen.
La exposición ‘Origen’ de Mar Solís crea una relación directa entre la luz y la obra. Foto: José Luis de la Parra.
No sucede lo mismo cuando se trata de iluminar esculturas. Para una buena lectura de una escultura figurativa existen cánones que permiten acomodar la luz a la obra de un modo relativamente sencillo, lo que en modo alguno sucede con las obras de Mar Solís en la exposición ‘Origen’. Ya no contamos con volúmenes plenos de materia, ni podemos reconocer a simple vista la dirección principal de observación. Solo queda la sombra y el modo en que esta se ofrece a la vista. O en palabras de la artista: “al perder materialidad, la escultura empieza a dar protagonismo al vacío y es, desde ese vacío, donde surge otra realidad, haciendo que el espacio cobre cuerpo de aire y de luz…”.
La muestra está concebida como una macroinstalación planteada en tres partes y realizada específicamente para el espacio de CentroCentro. Una alusión constante al gran interés de Mar Solís por la ciencia, en especial la física cuántica y su intersección con el arte como herramienta para plantear nuevas formas de percibir la vida.
Compuesta por más de veinte esculturas, una instalación y dibujos a gran escala que traspasan los límites del papel y configuran en el espacio un tríptico tridimensional. La presencia de la línea curva es una constante en sus obras; círculos completos se combinan con líneas circulares o elípticas, fragmentadas, rotas y que se atraen entre sí formando nuevos universos.
La muestra presenta esculturas volumétricas que crean una experiencia sensorial. Fotos: José Luis de la Parra.
La instalación permite al espectador interactuar con las obras, experimentar y relacionarse con el espacio, convirtiéndose en el elemento primordial de la exposición.
En palabras de la artista: “La propuesta es generar una experiencia sensorial bajo el lenguaje de la abstracción, en un continuo juego de opuestos: simetría y asimetría, atracción y expansión, luz y oscuridad, materia y antimateria, y un tiempo en el que
presente, pasado y futuro convergen en un mismo espacio temporal. Esta dualidad de opuestos se refuerza con la obra ‘Todo. Disimetría A’, que funciona como eje central que marca un desdoblamiento entre ‘Gravitación’ y ‘Energía’, como si cada uno fuera el reflejo invertido del otro, proponiendo universos únicos con sus propias leyes y posibilidades infinitas”.
Y las sombras se suman a esa acción: se proyectan, se alargan, se unen al cuerpo escultórico creando otro nivel de lectura, más abstracto, más sutil. Así surge un espacio nuevo que no estaba antes y que se construye entre lo visible y lo que apenas se intuye: el vacío lo imaginario, lo que se activa cuando caminamos entre las obras.
Créditos
Artista: Mar Solís.
Comisaria: Lorena Martínez de Corral.
Diseño Museográfico: Estudio Mar Solís, Marcos Corrales.
Iluminación: Intervento.
Fotografías: José Luis de la Parra.