Expertos debatirán sobre la necesidad de un Plan Maestro de Iluminación para Bogotá.
Iluminar una ciudad es como iluminar un museo: los chorros de luz apuntan a las obras de arte en las que quieren centrar la atención, crean senderos que la gente persigue para desplazarse de un lado a otro, le dan volumen a los objetos o la apagan para que no se vea lo que no quieren mostrar.
Cada vez más, los dueños de edificios y alcaldías del mundo piensan cómo usar iluminación, no solo por seguridad, sino para que las ciudades adquieran una identidad y mejore el disfrute de la ciudad.
No solo se trata de poner postes para iluminar las calles o de reemplazar los bombillos que fallan. Según Leni Schwendinger, experta norteamericana, este servicio público “es clave en la manera como se experimentan la ciudad y la vida diaria. Cuando se diseñan las ciudades, casi siempre los renders de arquitectura se hacen de día, pero pocos piensan cómo se verá en la noche”.
Bogotá es un ejemplo de eso. Durante la noche, un cúmulo de postes derraman sobre el asfalto un intenso color naranja, apenas interrumpida por los faroles de los vehículos y algunas ventanas de comercios. Y cuando las luminarias públicas se dañan, no siempre se reemplazan a tiempo.
Esa es una de las razones por las cuales los ciudadanos se sienten inseguros y piensan que en la sombra puede esconderse un ladrón.
“La gente pierde el miedo cuando puede ver bien en las noches, cuando puede reconocer al otro. No se trata de mostrarle al delincuente a su victimario sino de llenar la calle de gente, incluso en las noches. Así se combate la inseguridad con luz”, argumenta.
Para Julia Erlhöfer y Alfredo García, dueños de la empresa de diseño de iluminación Claro Oscuro, más postes o más potencia no necesariamente significa más seguridad. “Roban a plena luz del día, también es un tema de calidad del espacio urbano”, señala Erlhöfer.
Bogotá se convierte en una “sopa anaranjada” al acabar el día, según ellos. “No hay un diseño que centre la atención sobre los edificios, los parques o monumentos. La ciudad no se hace más interesante. Por ejemplo. En el parque El Virrey la gente sale, come helado y disfruta el parque durante el día, pero en las noches tiene miedo”, explica García.
Además, para Erlhöfer “tiene también un impacto fisiológico y psicológico: hace que la gente sea más activa o todo lo contrario”.
Además, para Erlhöfer “tiene también un impacto fisiológico y psicológico: hace que la gente sea más activa o todo lo contrario”.
No obstante, uno de los principales reparos de los gobiernos locales tiene que ver con los costos. Schwendinger, que ha trabajado en la iluminación del Times Square, entre otros lugares emblemáticos, asegura que lo importante es la sostenibilidad.
“Es cierto que los sistemas de control de iluminación son costosos, pero con luces tipo led, y con la regulación de la intensidad se puede ser más eficiente. Y hay otra ganancia: invita a la ciudad a ser productiva las 24 horas del día”, asegura.
Encuentro de expertos
Expertos nacionales e internacionales en temas de seguridad e iluminación urbana se darán cita este primero agosto en la sede El Salitre de la Cámara de Comercio de Bogotá, durante el evento ‘Imaginemos la luz’, en el que también participarán la Asociación de Diseñadores de Iluminación de Colombia, y la organización Despacio.
En él se discutirán las tendencias internacionales en esta materia y se debatirá sobre la necesidad de un Plan Maestro de Iluminación para Bogotá.
En él se discutirán las tendencias internacionales en esta materia y se debatirá sobre la necesidad de un Plan Maestro de Iluminación para Bogotá.
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