Buscan remplazar la iluminación eléctrica por biotecnología
La comunidad científica se acerca cada vez más hacia la bioluminiscencia, recurso evolutivo presente en bacterias, hongos, protistas unicelulares, celentéreos, gusanos, moluscos, cefalópodos, crustáceos, insectos, equinodermos y peces. El principal atractivo de este fenómeno es la capacidad de producir luz sin gasto de calor, el cual se entiende a menudo como una pérdida innecesaria de energía
Garantizan aumentar el brillo en la planta insertando en el ADN vegetal una composición similar proveniente del ADN bacteriano.
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Este potencial biotecnológico se basa en una reacción bioquímica que se da entre la luciferina y luciferasa, moléculas responsables de la emisión de luz que pueden reproducirse fácilmente en el laboratorio. Este mecanismo, ajeno a la célula, no requiere almacenar bacterias bioluminiscentes, sino únicamente oxidar la molécula orgánica luciferina, proceso realizado por la enzima luciferasa.
La biomimética, ciencia que utiliza a la naturaleza como fuente de inspiración para crear tecnologías que resuelvan problemas humanos, tiene como próxima frontera la adaptación de estos mecanismos de iluminación que disfrutan de manera natural innumerables animales bacterias y hongos.
Son ya varias las industrias, desde la iluminación a la medicina, pasando por la electrónica y la informática, que aguardan impacientemente los prometedores resultados. Al parecer los distintos sistemas bioluminiscentes que tienen por lo menos 30 orígenes independientes, se encuentran presentes en 17 grupos de insectos, 700 animales en su mayoría especies marinas (el 90% de los seres vivos que habitan en la porción media y abisal), 40 tipos distintos de hongos y una gran diversidad de bacterias, representan un terreno fértil para el estudio y la experimentación científica.
La idea a largo plazo es remplazar la iluminación eléctrica o de gas con luz natural emitida por las plantas. Asimismo los avances en biología pueden solventar también los grandes problemas de la sociedad actual, como son gran consumo eléctrico y las constantes emisiones de CO2. Esta iniciativa significa un gran paradigma no sólo para la ciencia y la tecnología, sino también la propia biología y genética; y aunque todavía no sea posible remplazar el alumbrado público por “árboles de luz”, se ha plantado ya la semilla para que en un futuro cercano las ciudades puedan ser iluminadas con farolas vegetales.
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