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domingo, 30 de junio de 2013

Eficiencia energética. La importancia del usuario

Fuente: ww.eoi.es (escuela de organización industrial)

Iluminación de las aulas

Todos realizamos acciones que van contra la eficiencia energética a diario. Una de las acciones más comunes es dejarse las luces encendidas tras salir de la sala en la que nos encontramos. Dentro del mundo académico, esto se refleja en la cantidad de veces que en EOI las luces de un aula están encendida cuando no hay nadie dentro.
Existen dos tipos de medidas contra el consumo energético:
  • Medidas de conservación de la energía: cuyo propósito es disminuir el uso de un determinado consumidor a través del  comportamiento de sus usuarios. Un comportamiento así podría ser disminuir el tiempo en el que las luces de una clase están encendidas  si no hay nadie en su interior.
  • Medidas de eficiencia energética: cuyo propósito es disminuir el uso de un determinado consumidor de energía a través de una mejora tecnológica de la instalación. Por ejemplo, la instalación de luminarias más eficientes.
Hoy en día, estas dos definiciones se han unido en una misma, “eficiencia energética” y por ello, muchas veces nos olvidamos de la importancia del comportamiento de los usuarios en el objetivo de reducir el consumo energético.
Las aulas de EOI tienen una iluminación fluorescente de última generación (T5) que incluyen un sistema de control solar para disminuir su intensidad lumínica y, por lo tanto su consumo, cuando la luz natural cubre una gran porción del aporte lumínico necesario. Dado que la iluminación LED no está todavía desarrollada lo suficiente en la sustitución de fluorescentes en estancias de trabajo (a pesar de que ya son varios los fabricantes que ofrecen productos interesantes), el sistema de iluminación de las aulas de EOI se podría calificar como excelente desde el punto de vista de la eficiencia energética.
Sin embargo, el ahorro conseguido con estos aparatos es menor de lo esperado, ¿por qué? Muy sencillo, por lo mismo que hemos explicado antes. Es demasiado habitual pasear a la hora de comer o cuando las clases se han terminado y ver las luces de las aulas encendidas estando éstas vacías.
Haciendo unos cálculos sencillos podemos descubrir cuánto estamos dejando de ahorrar por un detalle tan simple como pulsar un interruptor al salir de clase. Las luminarias de las aulas son T5 de 4x14W, esto significa que cada aparato tiene una potencia 56 W (no estamos contando el consumo del transformador electrónico). Si suponemos que en cada aula hay una media de 20 luminarias, la potencia por aula aumenta a 1,12 kW. Viendo la disponibilidad de las aulas, se comprueba que hay una media de 2 horas en el descanso de comida entre clase y clase, y otras 2 horas desde que se acaban las clases hasta que el vigilante da la vuelta de reconocimiento al edificio y apaga las luces encendidas. Esto equivale a 4 horas al día con las luces encendidas, que en consumo eléctrico equivale a 4,48 kWh por día en cada aula.
¿Y eso es mucho o poco? Pues para saberlo, nada mejor que una comparación. Dejar las luces encendidas de dos aulas a la hora de comer y al acabar un día, equivale a dejar las luces de la cafetería toda la noche encendidas. ¿Os imagináis paseando por la noche y ver la cafetería encendida? ¿No pensaríamos que es una irresponsabilidad?
La reducción del consumo y, por tanto, de los gases de efecto invernadero es una responsabilidad de todos, tanto de los usuarios como de los propietarios. Si sólo una de las partes asume su responsabilidad, la reducción será improductivo.

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