Fuente: https://www.meteored.com.ar/noticias/plantas/las-luces-de-las-ciudades-modifican-el-reloj-biologico-de-las-plantas-segun-un-nuevo-estudio.html
Un análisis encontró que la iluminación nocturna modifica los ciclos de crecimiento vegetal: las plantas brotan antes y pierden sus hojas más tarde, y esto puede tener consecuencias en los ecosistemas urbanos y en la salud.
Cae el Sol, pero en las ciudades la noche nunca es del todo oscura. Las luces de neón, los faroles y el resplandor constante de pantallas y carteles iluminan calles y autopistas. Esa claridad artificial, indispensable para la vida urbana, ahora se revela como un factor que altera el reloj biológico de la vegetación: los árboles brotan antes de tiempo y conservan sus hojas bien avanzado el otoño.
Así lo advierte un estudio publicado esta semana en Nature Cities. El trabajo reveló que, en las ciudades del hemisferio norte, la vegetación comienza a crecer en promedio 12,6 días antes en primavera y tarda 11,2 días más en entrar en reposo otoñal, en comparación con la vegetación en áreas rurales. Y el principal responsable no es el calor, sino la luz.
Para llegar a esta conclusión, un equipo liderado por Lin Meng, de la Universidad Vanderbilt, en Estados Unidos, analizó imágenes satelitales tomadas entre 2014 y 2020 en 428 ciudades del hemisferio norte, con distintos tipos de clima. Usaron el índice NDVI (Normalized Difference Vegetation Index), que mide la intensidad del verdor en una superficie, y lo compararon con mapas de temperatura y niveles de luz nocturna.
Analizando datos satelitales entre 2014 y 2020 de 428 ciudades, los autores encontraron que la primavera comienza en promedio 12,6 días antes y el otoño se retrasa 11,2 días en áreas urbanas, en comparación con el campo
Para aislar el efecto de la iluminación del resto de factores —como temperatura, humedad o contaminación—, se empleó un análisis de correlación parcial que permite evaluar el impacto de cada variable por separado. Este método reveló que la contaminación lumínica supera el efecto de la "isla de calor" urbana en cuatro de las siete zonas estudiadas.
El análisis reveló que el efecto de la luz artificial sobre el crecimiento vegetal no es igual en todas partes. Las ciudades europeas y del este de Asia mostraron los mayores adelantos en la brotación primaveral, mientras que en América del Norte el retraso del letargo otoñal fue más pronunciado.
Esto sugiere que, además de la iluminación, influyen factores como el tipo de vegetación, las políticas de alumbrado y las características climáticas locales. En regiones templadas, donde las plantas son más sensibles al fotoperíodo, el impacto resultó particularmente notorio.
¿Beneficio o amenaza?
El estudio subraya que el creciente uso de iluminación LED, especialmente en el espectro azul, es un factor creciente. Estos LEDs intensifican el fotoperíodo nocturno y activan receptores de luz azul en las plantas llamados criptocromos, que modulan su ritmo biológico.
Según Dunxian She, profesor de la Universidad de Wuhan y coautor del estudio, un ciclo de crecimiento más largo podría aumentar la productividad vegetal urbana y mejorar la captura de carbono, lo cual sería positivo ante la crisis climática.
Sin embargo, este cambio en los tiempos trae sus riesgos potenciales ya que podría desajustar los ritmos de los ecosistemas, favorecer especies invasoras o alterar la dinámica con polinizadores nativos
Investigaciones anteriores en Estados Unidos habían detectado que la iluminación artificial retrasa en promedio 6 días el cambio de color otoñal de las hojas, y adelanta la brotación en unos 9 días en áreas urbanas.
Estos cambios prolongan la temporada de polen, lo que puede agravar las alergias y los problemas respiratorios en ciudades como Maryland, donde se observó un aumento del 17 % en hospitalizaciones por asma durante temporadas de floración temprana.
La investigación también identificó ciudades como Dallas y varias localidades canadienses donde el impacto de la luz artificial supera al del calor, sobre todo en regiones con climas extremos. Este hallazgo refuerza la necesidad de considerar la iluminación urbana como un factor ambiental de peso, no sólo estético o funcional.
Queda aún mucho por entender sobre cómo interactúan la luz artificial, el cambio climático, el dióxido de carbono y la humedad en los ciclos de la vegetación. Pero los autores del estudio proponen un camino posible: repensar el diseño urbano para proteger la fenología vegetal. Sugerencias concretas incluyen usar luces con espectros más cálidos, orientar mejor los artefactos y reducir el brillo nocturno en zonas verdes. En un mundo cada vez más iluminado, ajustar el interruptor podría ser un pequeño gesto con grandes efectos.
Referencias de la noticia
Artificial light at night outweighs temperature in lengthening urban growing seasons. Nat Cities (2025).Wang, L., Meng, L., Richardson, A.D. et al.
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