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sábado, 14 de junio de 2025

Congreso SEPAR: La contaminación lumínica en el entorno urbano afecta a la salud y provoca trastornos del sueño

 Fuente: https://www.immedicohospitalario.es/noticia/51646/congreso-separla-contaminacion-luminica-en-el-entorno-urbano-afec.html

La luz artificial se ha convertido en una amenaza silenciosa para el bienestar general. Expertos reunidos en el Congreso SEPAR 2025 alertan sobre los efectos perjudiciales de la iluminación nocturna en el sueño, el equilibrio hormonal y el bienestar general.


En el marco del 58.º Congreso de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), celebrado en Bilbao entre el 12 y el 14 de junio de 2025, ha tenido lugar una sesión conjunta entre las áreas de Medio Ambiente y Salud Ocupacional y Sueño y Ventilación, centrada en la contaminación lumínica y su impacto sobre la salud del sueño. El tema abordado se ha convertido en un fenómeno colectivo, estructural y urgente.

La mesa estuvo conformada por dos especialistas con miradas complementarias: el neumólogo vizcaíno Txomin Zabala, que ha abordado las consecuencias fisiológicas y médicas de la sobreexposición a luz artificial, y Coque Alcázar Sánchez-Vizcaíno, ingeniero y presidente de la iniciativa SlowLight, quien ofreció una perspectiva social y ambiental del fenómeno.

Una luz que enferma

Desde el inicio, el neumólogo ha expuesto de forma clara cómo la exposición a la luz nocturna artificial a través de pantallas electrónicas o iluminación urbana interfiere con los procesos fisiológicos del sueño. "El cuerpo humano, como el de muchos seres vivos, se rige por el ritmo circadiano", ha explicado, refiriéndose al ciclo biológico de aproximadamente 24 horas que regula el sueño, las hormonas, el sistema inmunitario, la digestión y hasta la función cardiovascular.

Este reloj interno está regulado por una región del cerebro conocida como núcleo supraquiasmático, situado en el hipotálamo, que responde a señales luminosas para coordinar la secreción de melatonina a través de la glándula pineal. En este sentido, ha detallado que "la luz que entra por los ojos inhibe la producción de melatonina, nos mantiene despiertos y, cuando desaparece la luz, el cuerpo entiende que es hora de dormir".

No obstante, la oscuridad se ha vuelto escasa en las sociedades modernas. "Vivimos rodeados de luz artificial durante casi todo el día. Especialmente por la noche, cuando más necesitamos la oscuridad para descansar", ha advertido el doctor. Este exceso lumínico retrasa el inicio del sueño, reduce la producción de melatonina y fragmenta los ciclos de sueño profundo. "La melatonina no solo favorece el descanso: actúa como antioxidante, regula procesos hormonales y participa en la reparación celular. Su inhibición tiene efectos sistémicos", ha subrayado.

La amenaza de la luz azul

Citando datos actualizados en 2025, Zabala ha recordado que "un metaanálisis que incluyó a más de 1,4 millones de personas ya en 2010 demostró que dormir menos de siete horas se asocia a mayor mortalidad. Esa evidencia no ha cambiado". A eso se suma el impacto de la luz azul emitida por dispositivos electrónicos: "Una sola hora de exposición antes de dormir reduce el sueño profundo. En niños y adolescentes, esto se traduce en menor duración del sueño, peor calidad y más somnolencia diurna".

Más allá de los dispositivos personales, la mayor amenaza es la contaminación lumínica ambiental nocturna (LAN, por sus siglas en inglés), causada por el alumbrado público, escaparates, rótulos y demás fuentes de luz urbana. "A menudo pensamos que una ciudad más iluminada es una ciudad más segura o moderna. Pero hay estudios poblacionales que asocian la LAN con un aumento de patologías como insomnio, cáncer, obesidad y enfermedades neurodegenerativas", ha afirmado el neumólogo.

Conexión entre luz artificial y patologías

Uno de los estudios citados se ha realizado en Corea del Sur, donde se han cruzado imágenes satelitales con datos farmacológicos. De esta forma, las zonas con mayor luminosidad han presentado un mayor consumo de hipnóticos, independientemente del nivel económico, la edad o la salud de los habitantes. Otro estudio, llevado a cabo en Israel, ha detectado una asociación entre la exposición nocturna a la luz y la incidencia de cáncer de mama, pero no de pulmón, lo que apoya la hipótesis de un mecanismo endocrino relacionado con hormonas como la melatonina.

La conexión entre alteraciones del ritmo circadiano y patologías neurodegenerativas también ha sido abordada. "Sabemos que el mal sueño favorece la acumulación de beta-amiloide, proteína clave en la fisiopatología del Alzheimer. Y se ha demostrado que en áreas con más contaminación lumínica, la prevalencia de esta enfermedad es mayor", ha explicado el doctor Zabala.

"Dormir bien es un pilar fundamental de salud. Y la luz artificial excesiva rompe ese pilar de forma silenciosa pero constante", ha agregado. Por eso, ha hecho un llamado a una mejor regulación del alumbrado urbano, a políticas públicas con base científica y, sobre todo, a una mayor concienciación ciudadana.

Reconectar con la noche

La segunda intervención, a cargo de Coque Alcázar Sánchez-Vizcaíno, ha traído al debate una mirada urbana, técnica y profundamente humana. Como presidente de SlowLight, una iniciativa ciudadana que promueve el uso responsable de la iluminación, ha ofrecido una reflexión crítica sobre el modelo actual de ciudad y sus efectos en la salud colectiva.

"¿Cuánto hace que no sentimos realmente la oscuridad?", ha preguntado, añadiendo que "en nuestras ciudades hiperiluminadas, la noche auténtica ha desaparecido y nos afecta profundamente, no solo a nivel individual, también a nivel ecológico; por lo que los ritmos circadianos no son patrimonio humano, sino que afectan a todas las especies".

El presidente de SlowLight ha explicado que la contaminación lumínica ha pasado en pocos años de ser una preocupación anecdótica a un fenómeno masivamente estudiado. "Sin embargo, seguimos iluminando por costumbre, por inercia, por miedo o por intereses comerciales", ha expresado.

Iluminación excesiva

Desde su enfoque técnico, el ingeniero ha cuestionado el modelo de iluminación urbana actual, caracterizado por la superposición de capas lumínicas sin un diseño funcional ni consciente. "Vivimos en ciudades que brillan sin sentido. Iluminamos espacios vacíos durante horas. De cada millón de fotones que emitimos, solo uno llega a nuestra pupila. Es un despilfarro", ha alertado.

Del mismo modo, ha puntualizado que "más luz no es igual a más seguridad, ya que lo que genera seguridad es la presencia de comunidad, de personas, de vida urbana", insistiendo en que "hoy muchas agresiones suceden durante el día y en espacios privados, asì que hay que abandonar la lógica de `cuanta más luz, mejor'".

El movimiento SlowLight aboga por una iluminación emocional, adaptada al momento y respetuosa con los ciclos biológicos. "No se trata solo de consumir menos, sino de hacerlo con conciencia. De reconectar con la noche como parte necesaria de la vida. La oscuridad también es salud", ha asegurado. A su vez, ha propuesto acciones concretas: reducir un 30 o 40% la iluminación nocturna urbana, ajustar las luces interiores del hogar y replantear el uso de pantallas antes de dormir.

Una cuestión de salud pública

Esta mesa del Congreso SEPAR ha sido una invitación a repensar la ciudad, el sueño, la salud y el diseño desde una óptica transversal y humanista. La contaminación lumínica, han recordado ambos ponentes, es un fenómeno reciente pero profundamente arraigado en nuestra cultura, en nuestras infraestructuras y en nuestros hábitos. Por lo tanto, revertirla no es sencillo, pero sí posible.

Tal y como ha concluido Alcázar, "nuestro planeta lleva más de 5.000 millones de años alternando día y noche, y es ese ciclo el que ha moldeado la vida", por lo que "preservar la oscuridad es, también, una forma de preservar la salud".

La medicina del sueño y la salud ambiental avanzan hacia un punto de encuentro, y esa convergencia es cada vez más necesaria. Dormir bien no es un derecho colectivo que empieza en la arquitectura, la planificación urbana y la conciencia cultural. Para finalizar, los ponentes han hecho hincapié en que debemos aprender a vivir con la noche, no contra ella.

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