Fuente: https://www.iluminet.com/y-donde-quedo-el-oled/
Hace ya varios años la tecnología OLED se perfilaba como una opción frente a otros sistemas de iluminación existentes, sin embargo, debido a sus altos costos de producción y a sus bajos niveles de eficiencia en comparación con el LED, terminó por considerarse solo como un “quizás” para la industria de la luz.
Hay que recordar que el desarrollo de esta tecnología tiene más de 45 años, cuando se demostró por primera vez la electroluminiscencia de pequeñas moléculas a partir de materiales orgánicos. Pero no sería hasta la década de los 90 con el denominado SOLED que permitió una mejora significativa (pero quizás no suficiente) para mejorar la emisión de la luz, eficiencia y el tiempo de vida del dispositivo, que en cambio si permitieron su ingreso en la manufactura a gran escala de pantallas para televisores y otros dispositivos electrónicos.
Las investigaciones sobre sus capacidades para el sector de iluminación no se detuvieron, ya que hace unos meses, el Departamento de Energía de los Estados Unidos presentó un informe sobre los avances en cuanto a su eficiencia y sus niveles de degradación lumínica.
Paneles de distintos fabricantes fueron sometidos a temperaturas ambiente ligeramente elevadas de 35 Cº o 45 Cº, con una duración de prueba de hasta 7000 horas. Resaltando el rendimiento de los nuevos paneles Brite 3 de OLEDWorks, mismos que pusieron a prueba en temperaturas de 90 Cº y a 90% de humedad, para después exponerlos a ciclos de potencia. Lo que dio como resultado en todas las pruebas una duración de 1500 horas, manteniendo un flujo superior al 92% (incluso con la exposición en un entorno operativo difícil) Lo que finalmente demostró que la marca OLEDWorks ha ido mejorado su tecnología de encapsulación ya que tampoco hubo gran cambio en la cromaticidad después de estas 1500 horas.
Sus resultados demostraron que el rendimiento y la confiabilidad de los productos OLED continúa mejorando. Sin embargo, todavía existen algunos elementos que deben trabajar, como lograr una mejora adicional en la eficacia luminosa y abordar la necesidad de una vida útil más longeva (la cual aun dista de la del LED).
¿Por qué el interés en el OLED para la iluminación?
Se debe entender al OLED no como un sucesor del LED, sino como una alternativa para aplicaciones específicas (al menos por ahora), ya que una diferencia básica entre ambos sistemas es que el LED al ser un componente no orgánico puede considerarse como una fuente puntual de luz mientras que el OLED es una superficie emisora.
Otra característica que los distingue son sus capas orgánicas más delgadas, ligeras y flexibles en contraste con las capas cristalinas de los LED. En concreto, el hecho de que las capas emisoras de un OLED sean más ligeras hace que su sustrato pueda ser flexible (por desgracia estas mismas cualidades son características que no permiten alcanzar en calidad al LED).
De lograr una mejora sustancial a corto o mediano plazo respecto a su rendimiento y costos de fabricación, podríamos considerar como tentadoras algunas de sus promesas, ya sea su capacidad para dar mayor uniformidad en el área de distribución (reduciendo de este modo la necesidad de ópticas o difusores), la posibilidad de un CRI mayor a 90, un mejor control del calor (ya que su luz se genera a partir de la recombinación radiativa de excitones con muy poco calor asociado), así como un nuevo abanico de posibilidades para el diseño de iluminación.
Es evidente que el interés por esta tecnología va por un segundo round para demostrar sus capacidades para la iluminación. Empresas como Acuity Brands y su reciente alianza con OLEDWorks, Konica Minolta y el desarrollo de nuevas aplicaciones como Lighting Paper, LG Display y sus productos Luflex, entre otros, dan cuenta de ello. Será cuestión de estar atentos a las novedades que traigan consigo.
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