La tecnología LED ha venido para quedarse, y aunque cuenta con ventajas indiscutibles es preciso conocer bien todas sus características para sacarle el máximo partido a sus beneficios. Airfal International está a la vanguardia de esta tecnología y día a día amplía su catálogo adaptándose al mercado más exigente.
En los últimos años la tecnología LED se ha convertido en la protagonista indiscutible del mundo de la iluminación. Sus ventajas frente a la iluminación convencional son evidentes para quienes están especializados en la materia. La iluminación LED dura 25 veces más que las bombillas industriales convencionales, lo que implica un mantenimiento de la instalación mucho más económico. Además, utiliza un 75% menos de energía que otro tipo de instalaciones y mejora la calidad del color. Por otro lado, genera menos calor y su tiempo de encendido es prácticamente nulo.
Ante estas virtudes, es normal que ya no sólo el mundo de la iluminación se haya aprovechado de esta tecnología, sino que ha llegado a otros dispositivos tales como teléfonos móviles, pantallas o incluso mandos a distancia. Además, su penetración en el ámbito comercial y doméstico ha sido apabullante.
Sin embargo, a pesar de las grandes ventajas que presenta esta nueva tecnología, es preciso conocer también algunas características que, con un mal uso, se pueden convertir en inconvenientes. Los puntos de luz son más pequeños, por lo que la luz está más concentrada y puede provocar cierto deslumbramiento si no se acompaña con los difusores adecuados.
Si bien es cierto que emiten menos calor que otras fuentes de luz, el que generan debe disiparse perfectamente ya que una elevada temperatura en el entorno del LED puede mermar la vida útil de la lámpara. Por este motivo, en ocasiones es complicado establecer la vida real de las luminarias LED con rigor.
Por otro lado, los LED son más sensibles a agresiones externas y sobre todo, a la electricidad estática. Por ello, para montar los circuitos se trabaja sobre superficies disipadoras conectadas a tierra. Los operarios llevan ropa disipadora especial y utilizan guantes para evitar que la grasa de la piel toque la superficie emisora de luz. Si se tocan los LED directamente, la propia grasa de la piel se quema con el calor que emite el LED y acaba estropeándolo.
Otro punto sobre el LED que puede dar lugar a equívocos para aquellos que no están muy familiarizados con su terminología es la diferencia entre los tubos LED y los módulos LED.
El tubo LED es una luminaria en sí misma, compuesta por un tubo de plástico o aluminio con un circuito LED emisor de luz en su interior, un difusor y la fuente de alimentación con todo integrado. Se alimenta a red directamente, y al estar toda la electrónica integrada, su principal limitación es la potencia máxima que pueden tener y por consiguiente la luz emitida.
Un módulo LED es un circuito electrónico que lleva varios LEDs y que compone una única fuente de luz. Están diseñados para integrarse en luminarias y cuentan con espacio y material para fijarlos, motivo por el cual pueden llegar a potencias mucho más elevadas. Asimismo, al llevar fuentes de alimentación separadas pueden ser regulables, más sofisticadas, fiables y de mayor calidad.
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