En manos de todos está romper la inercia, dejar de dilapidar las oportunidades que tenemos y comprometernos para lograr un futuro energéticamente eficiente
El ahorro energético se ha convertido en una necesidad en momentos de austeridad. La asunción común de un uso controlado de la energía, tanto por motivos económicos como medioambientales en época de crisis, ha sido un sacrificio asumido en contra de la calidad de vida de los ciudadanos.
Este punto de vista está alejado de la realidad. En lugar de una penitencia a adoptar, la eficiencia energética supone, actualmente, una oportunidad que hay que aprovechar, ya que conlleva enormes beneficios sociales, económicos y medioambientales.
Si hablamos de energía y cambio climático, abrimos la caja de pandora que puede ser silenciada gracias a las tecnologías existentes en la actualidad. Sin embargo, la sociedad no está actuando lo suficientemente rápido en materia de eficiencia energética y corre el riesgo de tender hacia el colapso.
Un mundo urbanizado
Las ciudades aglomeran el 54% de la población mundial y consumen más del 70% del total de energía. Con una población urbana creciente, que se estima que ronde las dos terceras partes para 2050, el impacto que tendrán en el consumo de energía y en las emisiones de gases invernadero seguirá creciendo. Esta tendencia lleva a los gobernantes a pensar y diseñar ciudades más eficientes y a empresas como Philips a desarrollar soluciones más innovadoras y sostenibles.
La iluminación representa el 19% del consumo total de energía a nivel mundial. La adopción a nivel mundial de las nuevas tecnologías basadas en LED conllevaría la reducción de esta cifra hasta el 11%, con los consiguientes ahorros energéticos y económicos. La liberación de recursos económicos permitiría la inversión en otros asuntos, como educación y salud, y permitiría la creación de empleo y crecimiento económico.
Aunque los hogares pueden contribuir a esta causa sumándose a la renovación de la iluminación, las mayores ganancias provienen de las decisiones gubernamentales y empresariales.
Modelo sostenible para las ciudades
Las ciudades son claves en este proceso, dada su importancia actual y las previsiones de futuro. Hoy en día existen 300 millones de puntos de luz en las calles de nuestras ciudades, sin embargo, sólo el 10% de los mismos son LED. La renovación a esta tecnología eficiente puede conllevar ahorros energéticos del 40%, cifra que puede aumentar hasta el 80% en el caso de sumar sistemas de control y gestión. Actualmente, sólo el 1% de las farolas están conectadas.
La conectividad del alumbrado público no sólo supone una mejora de la instalación en cuanto a términos de eficiencia energética, sino que también representa una mejor gestión de la iluminación en función de las necesidades reales de los ciudadanos. Este punto nos lleva una mejora en la calidad de vida de las ciudades, ya que la luz se ofrece cuándo y dónde se necesita, evitando los derroches energéticos.
Situaciones puntuales como eventos, mal tiempo o poca visibilidad, accidentes de tráfico… requieren de iluminación adicional. La iluminación inteligente permite esta versatilidad, adecuando el alumbrado público a las necesidades, incrementando la sensación de seguridad y el bienestar de las personas.
A nivel internacional, ciudades como Los Ángeles han acometido la renovación de su iluminación urbana, con la sustitución de 140.000 puntos de luz a tecnología LED, obteniendo unos ahorros del 63%. La ciudad de Nueva York ha iniciado un proyecto que culminará en 2017, donde se intervendrá sobre 250.000 puntos de luz.
España es pionera en el uso de iluminación eficiente e inteligente en las calles. Ciudades como Madrid, Barcelona, Ávila, Calatayud, Baeza, Palencia o Lleida, entre otras, están realizando intervenciones en sus instalaciones consiguiendo ahorros energéticos y económicos, además de un mayor control de la iluminación.
Iluminación del Paral·lel en Barcelona
Proyectos como estos deben convertirse en la norma y no en la excepción. En la actualidad, el cambio a iluminación LED se está produciendo a un ritmo del 3% anual, lo que significa que necesitaríamos 30 años para ser testigos de una adopción a nivel global. Debemos establecer objetivos más ambiciosos y procesos reales para alcanzarlos. En la actualidad existen modelos de financiación basados en la colaboración público-privada que se presentan como una alternativa a las inversiones necesarias para acometer dichas intervenciones.
Los organismos reguladores deben establecer estándares elevados, a la vez que alcanzables de eficiencia energética en la iluminación de calles y lugares públicos. Reuniones internacionales, como Climate Week, celebrada en septiembre en Nueva York, o la que se celebrará en París para COP21, que reúnen a delegados de gobierno, agencias internacionales y organizaciones no gubernamentales deben ser un punto de presión en el establecimiento de metas más severas en temas energéticos de cara a combatir el cambio climático.
En manos de todos está romper la inercia, dejar de dilapidar las oportunidades que tenemos y comprometernos para lograr un futuro energéticamente eficiente.
Excelente nota !
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